viernes, 17 de mayo de 2013

A prueba de fuego

Desde que salí del metro sentí tu mirada. Estabas al otro lado de la calle y yo, yo caminaba con calma.
-¡Vete a la mierda!-, tus labios gritaron -¿terminaste?...- luego el silencio. Siempre ese maldito silencio que guarda y escupe todo lo que piensas, lo que no dices.
¡Chín! Que pendejo, perdón- y como siempre pongo mi cara de pendejo, la de siempre, esa que bien me conoces y, la verdad es que esa es la verdad, se me olvidó, no porque me valga madres, caminaba y vi y me detuve y solté los disparos, como siempre, los niños, los carros, la presentación del libro, la conferencia, disparando sin parar, sin parar disparando, en la calle, el museo, la escuela y la cámara como una extensión de mí, los graffitis, los estenciles, los carteles, las paredes. Y yo caminando si parar, sin pensar, ni siquiera haciendo, caminando, sin parar, sin pensar. Nunca pienso, en que siempre me esperas y caminamos, caminamos y me tomas de la mano, pero hoy no. Me perdonas, pero hoy no. Caminamos. Te detuviste. Me detuve, te miré y fija, frente a mí te quedaste y sin mirarme a los ojos -si quería ver la pelicula- y luego, nuevamente ese maldito silencio que me parte la madre y si, sí, soy un hijo de la chingada, tu siempre me esperas y yo, valgo verga. Siempre en tantas cosas y tanto que hacer y no hago ni madres y lo que tengo, lo dejo y... por primera vez, rompes ese silencio. Lo rompes... -ya no puedo, en serio, ya no puedo, trato, traté y tu, no tratas, no, ya no puedo-... y el llanto, pero no gritas, no explotas y yo, como siempre tieso, como pendejo, no dije nada, -ya no, ya no, ya no... te quería decir... pero ya no, mejor ya no, no puedo, mejor. No me llames.- y diste media vuelta y, yo...

Llevo un largo rato caminando, no sé, pensando, caminando, disparando, pero, pero no sé, te quiero, porque, te quiero, eso lo sé o, lo sabía, y tu ya no estas. Te fuiste y yo, como siempre, con mi cara de pendejo y, tengo hambre -me das unos campechanos- y creo, no sé, creo que, ¡chín! me dijiste que no te marcara -están buenos los tacos- que hago -me pones unas cebollitas- que le digo, la voy a ver, pero, pero, mañana se inaugura la expo, y hasta CU, no, no me da chance, mejor después, después que no esté tan enojada.

lunes, 20 de agosto de 2012

A la medida

A veces y, sólo a veces
mido el tiempo con sonrisas,
quizás con rostros,
quizás con lagrimas.
Algunas tantas con sueños,
bastantes más con anhelos.

Me gusta pensar que el tiempo
a mí me mide
con anecdotas que sólo él sabe notar.
Sólo el mismo tiempo podría.

Pero el tiempo no me alcanza,
ni me espera,
ni me sobra.
No lo ignoro al verlo cerca, siempre justo.
No lo atiendo -cuando debiera-.
No lo entiendo, cuando anda a prisa.
No lo quiero cuando con el amor
platico largo o corto
o simplemente divago.

Sin embargo
el tiempo me rebaza
y sigue de largo,
buen amigo siempre me espera
aún cuando ando más cansado.
Pero ando.

Para mi el tiempo se me da
y me entrega todo,
se entrega siempre,
buen amigo insito.

Y yo que nada puedo darle.
Buenos y malos ratos,
andamos siempre justos.

A veces mido el tiempo con pasos,
rapidos, lentos, toscos, ligeros, solitarios...

                                       siempre sin rumbo fijo.

Pero a veces el tiempo me mide,
cuando me detengo
y siento perdido,
me mide el tiempo minicioso
con gran escrutinio.
Y sólo si encuentro de nuevo el camino
se que aún hay tiempo, para seguir andando.



miércoles, 23 de noviembre de 2011

Practicante

I

¡Que se pudra tanta mierda!

El alarido de mi frustración rompió la noche. Mientras, los gatos callaron un instante y continuaron mi estruendo con maullidos. La soledad es invisible entre las sombras. Por la noche.

II

En la parada del camión, todos pasan de largo y se arremolinan justo en donde, cuando llegue el camión, estará la puerta. Somos pocos los ilusos que hacemos una fila que generalmente nadie respeta. Entre señoras con grandes bolsas de mandado, ancianos, cargados de vida y sueños, recuerdos vagos, ensoñaciones en ojos cansados de tanta realidad todos vemos el empuje de la mayoría y avanzar lento de los pocos.
Los empujones y transfiguraciones de las criaturas de rápido andar.
Son pocos pasos, habrá que esperar el siguiente camión.

III

Curiosamente en el metro siempre te encuentro, han pasado ya un par de meses desde que ando en esta ruta. Y, siempre estas ahí.
Ahora no importa, llegar siempre tarde, pero esta es la hora en que te encentro, te admiro, te pienso, mirándote de reojo, buscando el anonimato de la multitud. No importan los empellones, insultos o golpes ocultos. Te miro y tú me notas, poco.
Ayer, volteaste a verme cuando llegue al andén. Lo noté, sí, sólo porque yo llegué buscándote a ti. Sentí pánico cuando mi mirada se encontró con la tuya. Ahora ya empiezo a llegar nuevamente temprano al trabajo.

IV

Han pasado cuatro mese y parece preciso hacer la llamada. Descolgar, marcar, preguntar y platicar. Generalmente la conversación dura poco y divagamos. Siempre volvemos a puntos tocados en la última conversación. Hace cuatro meses. Así es mi relación con mis amigos. Los locos de las aventuras fantásticas que cuento cada que conozco gente nueva, los mismos a los que casi no veo.

V

La incursión en nuevas experiencias ha demolido mi resistencia. Esta sociedad es más peligrosa que un safari. El despertador sonó, sin embargo no hice caso continúe dormido veinte minutos más. Se me hizo tarde. Salir corriendo tomar el metro bajar corriendo las escaleras queriendo ganar al convoy que no se sabe si esta llegando.
Entonces, sólo entonces en re-descubrimiento de tu rostro, tu belleza, todo tu porte. Tenía miedo. Así soy. Y me descubres. Me oculto. Inclinas la cabeza. Inclino todo mi ser. Viajamos en el metro, somos sólo dos extraños con prisa de llegar quien sabe donde...

VI

Es noche de viernes, solo, subo las escaleras del edificio, me siento sobre una caja de madera maldigo mil veces contra todo, rumbo al viento. Guardo silencio, no se escucha nada. Entonces los gatos comienzan su orquesta y siento detenerme en el tiempo. En medio de una cúpula estrellada, sentado al borde de 18 pisos, destapo una cerveza y me oculto entre la noche.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Busqueda

Haciéndome el loco
dejo pasar el tiempo.
De noche y de día.

Tejiendo historias inexistentes
veo el cielo cambiar de forma.
Tomando el viento por la borda
y ser dirigido por su fuerza irreconocible.
Entre los miedos de la humanidad,
tan propios de mi ser.

Teniendo por causa la nada,
sin motivo aparente.
De lo incomprencible que se vuelve la vida
y de lo bien que resulta improvisar.

Dejo que se desvanescan los recuerdos,
mientras añoro la pronta venida
de aquello que quizás nunca sucederá.

Oculto en buena cara
la buenaventura de mi soledad.
Compleja y siempre aparente,
entre la muchedumbre que ignora
todo lo que en su entorno hay,
mientras, artificiosamente
te deslizas, elegante.

Tomar tu mano.
Me resisto y oculto,
a veces, indiferente la ilusión.
No quiero tus ataduras,
sólo tu amor.

Haciendome el loco
dejo pasar el tiempo.
Siempre caminando a tu lado,
tratando de tropezar contigo,
pero,
tu generalidad es seguir de largo.
La mía, ser invisible.

martes, 1 de noviembre de 2011

El buen viaje


Tengo un trago triste, todavía guardado en mi huaje. Tengo las manos ásperas y frías, endurecidas como el rostro por el viaje. Traigo los huaraches arando, rotos, casi sueltos, aguantando el lejano andar, con dolores de otros tiempos. Con pesades levanto en cada paso el recuerdo de lo que fui. Ando, suracndo un camino que jamás volvera a existir.


Pero que hay de lo demás... ya no queda nada.


Olvidar no quiero, aunque duela, olvidar no puedo, aunque quiera.


El trémulo sentimiento agazapado entre las costillas y la columna. El andar cansado. El agotamiento del sueño nulo. No puedo golpear los tiempos con la vara que sirve de apoyo, no quiero volverme atrás, donde están todos. No puedo volver la vista atrás, a lo que ya no es.


Y si el olvido me alcanza pronto, ¿dónde esconderme en medio de la nada? ¿Dónde habrá quedado tu recuerdo de lo que haciendo-haciendo hicimos y huiste con tanta desesperanza? ¿Dónde habrá quedado tu retrato, que no recuerdo tu semblante? ¿Dónde andaré ahora? ¿Qué será de ti?


Tengo un trago triste, todavía en mi huaje. Lo guardo para cuando por fin llegue. Para el momento de no encontrarte.

jueves, 20 de octubre de 2011

Voz en vilo

Tendido en la plenitud del viento,balanceándome, desprendiéndome, inhalando el tiempo. Levitando oculto en el murmullo de la hoja suelta, extirpada. Arrojado al furor del día, de la noche, de la nada. No, no estoy solo. Estoy aquí y en todas partes, justo como tu pensamiento. Semi-existente. Errante. Expectante de tu aparición, de tu boca, de la enunciación, cenit de mi perecer. Siempre del silencio. Aparición y umbral de miedo. Encumbramiento de mi ser. Estoy siempre contigo, pero siempre me alejo. Somos todo, uno solo. Tú me extiendes, procreas, elevas, escupes, retienes, ocultas, censuras. Y guardas silencio. No, no es que no me encuentre, simplemente, no me hallo.

lunes, 17 de octubre de 2011

Constante... mente.


I


Los pies toscos y agravados por el andar siempre me han resultado ligeros. El constante andar por lugares desconocidos, más por aventura que por lucidez del rumbo encausado, me es sano, generoso y en ocasiones, hasta aterrador, pero siempre como un acto puro de libertad incontrolable, así, como debe ser la libertad. Confusa e irrepetible. Muchas ocasiones, llena de inmundicia y maravilla que desazona las buenas conciencias. Esas que están atadas a lo rutinario y sofocante. Aquellas que se sorprenden con pequeñeces y adoran sólo lo que puede ser lo bastamente igual. Unitario.


II


Los pasos generalmente me suelen confundir. Mis pasos. Me confundo fácilmente. Con lo bueno y con lo malo, pero ¿quién podrá definirlo correctamente? Yo no tengo ni la menor idea de a donde voy, o como resultará aquello de vivir. Ciertamente, todos improvisamos en ello. Y cada vez que lo pienso, me viene a la memoria el título de aquella película, junto con aquella vida tan lejana de lo que sucedió apenas ayer. “Dirty, pretty things”. Así, te veo desde el suelo, a ras de huella…


III


Con la ligereza del andar no se pierde el tiempo, más no así con el cuerpo que, ya no se mueve tan fácilmente como la mente. En ocasiones pierdo la cabeza y la mente juega trucos muy trollescos y, todo se me va en maldecir. ¡Demonios!


IV


La vida otra vez, y yo, sin saber que decir. Sólo andar sin rumbo fijo, es demasiada libertad. Con la seguridad de no saber a donde ir, con tanto temor, con tanto sin-saber, con tan pocas ataduras que dan mucha imprecisión. Generalmente con el viento en contra. Resulta más una necedad. Sin embargo, seguir, quizá buscando, tampoco lo sé. El andar de mano de la libertad es un menester bastante solitario, encausado generalmente a la demencia. Es un oficio. Es una niñería.


V


Los agravados y toscos pasos siempre dejan suciedad en las suelas. “Es señal de que estamos avanzando…” y en los pies no se desarrolla musculo, como tampoco en la cecera. Pero tiene una inmedible habilidad de hacerme viajar, dudar y volver. La duda es y será siempre una constante. Como en el perpetuo andar en medio de la nada. Andar. Andando. La libertad es tanto, más de lo que uno puede controlar, tan basto como el temor de la humanidad. Los pasos no me cansan tanto como la incertidumbre de seguir, ó las declaratorias nefastas de la supuesta intelectualidad. (…) En los pies, sólo se desarrollan callos.