miércoles, 23 de noviembre de 2011

Practicante

I

¡Que se pudra tanta mierda!

El alarido de mi frustración rompió la noche. Mientras, los gatos callaron un instante y continuaron mi estruendo con maullidos. La soledad es invisible entre las sombras. Por la noche.

II

En la parada del camión, todos pasan de largo y se arremolinan justo en donde, cuando llegue el camión, estará la puerta. Somos pocos los ilusos que hacemos una fila que generalmente nadie respeta. Entre señoras con grandes bolsas de mandado, ancianos, cargados de vida y sueños, recuerdos vagos, ensoñaciones en ojos cansados de tanta realidad todos vemos el empuje de la mayoría y avanzar lento de los pocos.
Los empujones y transfiguraciones de las criaturas de rápido andar.
Son pocos pasos, habrá que esperar el siguiente camión.

III

Curiosamente en el metro siempre te encuentro, han pasado ya un par de meses desde que ando en esta ruta. Y, siempre estas ahí.
Ahora no importa, llegar siempre tarde, pero esta es la hora en que te encentro, te admiro, te pienso, mirándote de reojo, buscando el anonimato de la multitud. No importan los empellones, insultos o golpes ocultos. Te miro y tú me notas, poco.
Ayer, volteaste a verme cuando llegue al andén. Lo noté, sí, sólo porque yo llegué buscándote a ti. Sentí pánico cuando mi mirada se encontró con la tuya. Ahora ya empiezo a llegar nuevamente temprano al trabajo.

IV

Han pasado cuatro mese y parece preciso hacer la llamada. Descolgar, marcar, preguntar y platicar. Generalmente la conversación dura poco y divagamos. Siempre volvemos a puntos tocados en la última conversación. Hace cuatro meses. Así es mi relación con mis amigos. Los locos de las aventuras fantásticas que cuento cada que conozco gente nueva, los mismos a los que casi no veo.

V

La incursión en nuevas experiencias ha demolido mi resistencia. Esta sociedad es más peligrosa que un safari. El despertador sonó, sin embargo no hice caso continúe dormido veinte minutos más. Se me hizo tarde. Salir corriendo tomar el metro bajar corriendo las escaleras queriendo ganar al convoy que no se sabe si esta llegando.
Entonces, sólo entonces en re-descubrimiento de tu rostro, tu belleza, todo tu porte. Tenía miedo. Así soy. Y me descubres. Me oculto. Inclinas la cabeza. Inclino todo mi ser. Viajamos en el metro, somos sólo dos extraños con prisa de llegar quien sabe donde...

VI

Es noche de viernes, solo, subo las escaleras del edificio, me siento sobre una caja de madera maldigo mil veces contra todo, rumbo al viento. Guardo silencio, no se escucha nada. Entonces los gatos comienzan su orquesta y siento detenerme en el tiempo. En medio de una cúpula estrellada, sentado al borde de 18 pisos, destapo una cerveza y me oculto entre la noche.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Busqueda

Haciéndome el loco
dejo pasar el tiempo.
De noche y de día.

Tejiendo historias inexistentes
veo el cielo cambiar de forma.
Tomando el viento por la borda
y ser dirigido por su fuerza irreconocible.
Entre los miedos de la humanidad,
tan propios de mi ser.

Teniendo por causa la nada,
sin motivo aparente.
De lo incomprencible que se vuelve la vida
y de lo bien que resulta improvisar.

Dejo que se desvanescan los recuerdos,
mientras añoro la pronta venida
de aquello que quizás nunca sucederá.

Oculto en buena cara
la buenaventura de mi soledad.
Compleja y siempre aparente,
entre la muchedumbre que ignora
todo lo que en su entorno hay,
mientras, artificiosamente
te deslizas, elegante.

Tomar tu mano.
Me resisto y oculto,
a veces, indiferente la ilusión.
No quiero tus ataduras,
sólo tu amor.

Haciendome el loco
dejo pasar el tiempo.
Siempre caminando a tu lado,
tratando de tropezar contigo,
pero,
tu generalidad es seguir de largo.
La mía, ser invisible.

martes, 1 de noviembre de 2011

El buen viaje


Tengo un trago triste, todavía guardado en mi huaje. Tengo las manos ásperas y frías, endurecidas como el rostro por el viaje. Traigo los huaraches arando, rotos, casi sueltos, aguantando el lejano andar, con dolores de otros tiempos. Con pesades levanto en cada paso el recuerdo de lo que fui. Ando, suracndo un camino que jamás volvera a existir.


Pero que hay de lo demás... ya no queda nada.


Olvidar no quiero, aunque duela, olvidar no puedo, aunque quiera.


El trémulo sentimiento agazapado entre las costillas y la columna. El andar cansado. El agotamiento del sueño nulo. No puedo golpear los tiempos con la vara que sirve de apoyo, no quiero volverme atrás, donde están todos. No puedo volver la vista atrás, a lo que ya no es.


Y si el olvido me alcanza pronto, ¿dónde esconderme en medio de la nada? ¿Dónde habrá quedado tu recuerdo de lo que haciendo-haciendo hicimos y huiste con tanta desesperanza? ¿Dónde habrá quedado tu retrato, que no recuerdo tu semblante? ¿Dónde andaré ahora? ¿Qué será de ti?


Tengo un trago triste, todavía en mi huaje. Lo guardo para cuando por fin llegue. Para el momento de no encontrarte.