Una pequeña sospecha de realidad siempre
asombra al despertar por las mañanas.
El chillante zumbido del despertador
es la única seguridad del día.
Tengo sueño y pocas ganas de trabajar.
Cuando se es joven la estabilidad
siempre es considerada un fracaso.
La aventura es gran muestra de la
ventaja de sentirse vio en un mundo
grisáceo y rutinario.
Ya no soy joven.
Una vez que los muros crecen
como enredaderas alrededor, no hay duda,
el aire raso nunca se vuelve a deslizar
entre mi pelo.
El agotamiento dura más que la lucidez
de la nueva jornada.
La soledad siempre me ha durado
más que la alegría.
Ser feliz es completamente una cosa diferente,
la inseguridad de perderlo todo
cuando en realidad no se tienen nada.
Pocas veces termina el día y dan ganas de seguir,
en últimas fechas más me gusta acabar.
Rendido buscar el consuelo del rincón.
La inmisericordia del día languidece
cuando salgo y no encuentro el sol.
Mi disfraz favorito.
Ser sombra.
Caminar en la estreches de las penumbras
urbanas, me causa placer.
La inexplicable sensación de pasar desapercibido.
me encantaría volver a encontrarte
aún cuando me sienta ignorado.
Lo seré.
Y vagabundeo infeliz y oscuro por
la vida delatora de inconformidades,
con un saco lleno de miedo, tristeza,
desolación , locura y tanto desdén.
Un saco muy pesado, pero que,
solamente me pertenece a mi.