viernes, 27 de mayo de 2011

Con el saco lleno.

Una pequeña sospecha de realidad siempre


asombra al despertar por las mañanas.


El chillante zumbido del despertador


es la única seguridad del día.


Tengo sueño y pocas ganas de trabajar.



Cuando se es joven la estabilidad


siempre es considerada un fracaso.


La aventura es gran muestra de la


ventaja de sentirse vio en un mundo


grisáceo y rutinario.


Ya no soy joven.



Una vez que los muros crecen


como enredaderas alrededor, no hay duda,


el aire raso nunca se vuelve a deslizar


entre mi pelo.


El agotamiento dura más que la lucidez


de la nueva jornada.



La soledad siempre me ha durado


más que la alegría.


Ser feliz es completamente una cosa diferente,


la inseguridad de perderlo todo


cuando en realidad no se tienen nada.


Pocas veces termina el día y dan ganas de seguir,


en últimas fechas más me gusta acabar.


Rendido buscar el consuelo del rincón.


La inmisericordia del día languidece


cuando salgo y no encuentro el sol.


Mi disfraz favorito.


Ser sombra.



Caminar en la estreches de las penumbras


urbanas, me causa placer.


La inexplicable sensación de pasar desapercibido.


me encantaría volver a encontrarte


aún cuando me sienta ignorado.


Lo seré.



Y vagabundeo infeliz y oscuro por


la vida delatora de inconformidades,


con un saco lleno de miedo, tristeza,


desolación , locura y tanto desdén.


Un saco muy pesado, pero que,


solamente me pertenece a mi.